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domingo, 5 de octubre de 2025

Ōyukiumi no Kaina


En esta ocasión terminamos con la reseña del último anime basada en la obra del mangaka Tsutomu Nihei, quien se ha especializado en contar sofisticadas historias de ciencia ficción ubicadas en mundos y futuros muy lejanos. Ya comentábamos en reseñas pasadas obras como BLAME! y Sidonia No Kishi, por lo que en esta ocasión regresamos a los mundos alienígenas lejanos de la mano del CGI de Polygon Pictures, aunque debemos decir que esta última adaptación no consigue despegar del todo.

   Ōyukiumi no Kaina (Kaina of the Great Snow Sea) es una serie de anime sci-fi que destaca por su spectacular diseño de otro mundo y una curiosa trama. La historia arranca cuando Kaina, el joven del Velo Celestial, rescata a Ririha, la princesa de Atland, quien ha ascendido en busca del Sabio del Velo para salvar a su pueblo. El encuentro entre ambos personajes es el catalizador para una aventura épica que los obliga a descender al Mar de Nieve.

   El anime se desarrolla como un clásico viaje de fantasía y ciencia ficción, donde la pareja protagonista debe navegar entre conflictos políticos, descubrir la verdad detrás del Gran Mar Nevado y la función real de unas gigantescas estructuras conocidas como los Árboles Orbitales. La narrativa, apurada por momentos en sus 11 episodios, mantiene buen ritmo, centrándose en temas de ecología, guerra y la esperanza de un mejor futuro.

  El mayor atractivo del anime es su escenario alienígena. En aquel mundo lejano, todo ha sido casi completamente engullido por el Gran Mar Nevado: una vasta extensión de nieve que hace que la superficie sea inhabitable. La poca civilización que hay todavía se aferra a la subsistencia. Uno de los atractivos justo es el Velo Celestial, una membrana que conecta las copas de los gigantescos Árboles Orbitales, donde vive el protagonista Kaina. Su aldea, aislada y creyente de ser la última, subsiste cazando insectos gigantes. Del mismo modo, el Mar de Nieve resulta curioso y atractivo ya que ocupa toda la superficie de aquel mundo. Las naciones que habitan ahí, como Atland y el belicoso imperio de Valghan, sobreviven en las raíces de estos mismos árboles luchando por el escaso suministro de agua y recursos. El contraste visual entre el blanco puro del Velo y la desesperación de la superficie, todo ello enmarcado por la imponente presencia de los mencionados árboles, convierte a esta producción en una atractiva fiesta visual a pesar de las habituales críticas al CGI de Polygon Pictures.

   Si bien todo parece atractivo, la historia en general es irregular y no logra sostener del todo la trama propuesta. El enfrentamiento entre dos territorios debería ofrecer numerosas escenas de acción y tensión al espectador, pero esto no solo no se logra, sino que la historia decae por completo. Si bien el anime termina de una manera regular, la historia prosigue en una película en la que se resuelven todos los misterios de aquel mundo alienígena de una forma, por desgracia, un tanto atropellada y sin mayor emoción.

   Para los fanáticos del trabajo de Tsutomu Nihei, éstos reconocerán de inmediato la impronta del autor en el diseño de los entornos, las tecnologías avanzadas y el sentimiento de inmensidad del universo. Aunque la historia carece del tono de terror característico de otras obras del autor, ésta mantiene una atmósfera un tanto sombría y misteriosa que busca enganchar al espectador.

   En definitiva, Ōyukiumi no Kaina es una serie que vale la pena ver, especialmente para quienes disfruten de las historias de aventura y drama con un fuerte componente de ciencia ficción y mundos alienígenas. Si bien va decayendo y su película conclusiva no ayuda mucho a elevar la trama, resulta interesante para explorar la mente y las historias propuesta por Tsutomu Nihei.


 

domingo, 8 de junio de 2025

Phoenix: Eden17

 


En los últimos años ocurre un fenómeno curioso con muchas películas de anime: éstas son cortadas de forma casi artificial para hacer creer al espectador que se trata de una miniserie de 4 o 5 episodios. Esto se nota al revisar los créditos, dado que muchas productoras justo señalan que originalmente el proyecto consistía en una película ya sea para cine o televisión. Es posible que el público prefiera series de anime a películas, de ahí los recortes. Y para el caso que nos ocupa, la película (recortada a miniserie de 4 episodios) que ahora comentamos sufre la misma intervención.

   Para todos los fanáticos de la ciencia ficción y las historias con un corazón filosófico, Phoenix: Edén 17 es una pequeña joyita que nadie se puede perder. Basada en el inconcluso manga Phoenix de Osamu Tezuka, esta adaptación producida y distribuida por Disney+ nos sumerge en un futuro distante donde la humanidad busca un nuevo hogar entre las estrellas. Lo que viene a continuación es una aventura épica por el espacio y el tiempo que busca reflexionar sobre la vida, la muerte y el verdadero significado de la existencia.

   La serie nos lleva al año 2420. La Tierra es casi inhabitable y los humanos, o lo que queda de ellos, viven en naves generacionales y buscan un nuevo planeta para colonizar. En este contexto, la trama sigue a George y Romy, dos colonos que se asientan en el planeta Edén 17. Sin embargo, lo que encuentran allí es mucho más complejo de lo que esperaban. A lo largo de la película (miniserie), el espectador es testigo de la lucha por la supervivencia, el paso de las generaciones, la evolución de la vida y las preguntas eternas sobre la moralidad y el destino.

   Uno de los puntos más interesantes del anime son sus personajes. Desde la valiente Romy que debe criar a su hijo sola junto a un robot de servicio, hasta la nueva civilización que se desarrollará en Edén 17: cada figura está construida con profundidad y propósito. Sus interacciones y conflictos impulsan la historia, explorando otros temas como la soledad, el amor, la traición y la esperanza en medio de la adversidad. Así, la película nos invita a empatizar con sus luchas y comprender sus motivaciones, haciendo que cada descubrimiento en el planeta se sienta personal.

   Desde el punto de vista visual, la serie es un festín para los ojos. La animación es fluida y detallada, creando paisajes espaciales y entornos alienígenas sumamente hipnóticos. Los diseños de personajes, aunque fieles al estilo de Tezuka, se sienten frescos y modernos. La banda sonora complementa perfectamente la atmósfera de la serie, alternando melodías evocadoras que transmiten la inmensidad del espacio y piezas más íntimas que subrayan los momentos emocionales. La combinación de estos elementos visuales y auditivos sumerge por completo al espectador en este universo futurista.

   Pese a ser una historia de ciencia ficción potente y melancólica, quizás uno de sus principales problemas es el guión y los giros de trama. A lo largo de su historia, el anime va abriendo nuevas rutas narrativas que simplemente se mencionan de pasada y después se olvidan, dejando todo el asunto sin mayor desarrollo. Incluso muchas de éstas no aportan absolutamente nada a la trama y son prescindibles. De la misma forma, la llegada a la Tierra y la aventura que ahí se produce resulta desangelada y poco desarrollada, con un final nada trabajado que echa a perder casi dos horas de película.

   En definitiva, el espectador está ante una miniserie (película) que cautiva por su narrativa, sus personajes y los temas que discute. Si bien es una adaptación que busca honrar el legado de Osamu Tezuka llevándolo a nuevas alturas con una producción de alta calidad, el guión se va desinflando conforme nos acercamos al final de la historia. No obstante, se trata de una producción que no solo busca entretener, sino que también invita a pensar: visualmente hablando, estamos ante una gran experiencia inmersiva que nos recordará que el anime es un medio muy poderoso para contar historias.