La segunda cinta de animación japonesa que he tenido la
oportunidad de ver el domingo 20 de julio en la Cineteca Nacional es La gran aventura de Horus,
príncipe del Sol. El resumen de la cinta, desde la página web de la cineteca,
dice lo siguiente:
“Ambientada en el norte de Europa durante la
Edad del Hierro, la historia narra cómo el valiente y joven Horus cumple con la
última voluntad de su difunto padre: buscar y defender el pueblo que años atrás
fue arrasado por el demonio Grunwald. Sólo la espada del Sol podrá acabar con
el demonio y para ello necesitará la ayuda de los hombres del pueblo. Primera
película dirigida por Isao Takahata, que además contó con Hayao Miyazaki como
parte del equipo de animación”.
La película es
un adelanto de las producciones que en unos años se llevarían a cabo en el
famosísimo Studio Ghibli. Isao Takahata, con el apoyo de Hayao Miyazaki,
construye un personaje juvenil que ya veremos en futuras producciones: un chico
con una energía gigantesca y una fuerza extraordinaria que, pese a las
adversidades, tiene la capacidad para inclinar la balanza y salvar el día.
Dicha idea incluso ya la vimos en la primera serie dirigida por Miyazaki en
1978: Conan, el niño del futuro.
Aunque me parece
que la cinta presenta algunos elementos inspirados en las producciones
occidentales (se ha dicho incluso que Miyazaki tiene un componente muy
anglosajón o europeo en sus producciones). En esta línea, la historia nos habla
de un héroe que llega para cambiar las cosas, de un aliado del villano en turno
que está en una especie de crisis, de un momento en el que el héroe pierde
credibilidad frente a quienes ha salvado, y, finalmente, en la batalla final en
la que un arma especial permitirá que Horus obtenga la victoria.
En cuanto a la
animación, la cinta es de 1968, más podemos observar que hay un trabajo
elaborado en los trazos y dibujos que nos produce una especie de sentido de la
maravilla frente a lo fantástico. Producciones posteriores de Takahata y
Miyazaki explotarán con creces este elemento.
La historia en
sí en para niños y jóvenes, mas muchos adultos también disfrutarán de la misma.
Hay escenas muy chuscas y personajes entrañables. También hay animales
humanizados que fungirán como los grandes compañeros de los héroes (Una
curiosidad es que la ardilla que aparece en la peli no tiene una
voz agudizada como se acostumbra en occidente, aspecto que se agradece).
En definitiva,
una película juvenil que corre muy bien, tiene final feliz y que dejará satisfechos a todos.
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