Netflix
sigue apostando fuerte por el anime, pero no solo aquel con calidad 2D: las
series hechas por completo con CGI siguen produciéndose, aunque esto no sea del
agrado de todos los fanáticos. Muchas veces, en lugar de mejorar la fluidez de
la obra, este tipo de animación la entorpece y ofrece personajes que parecen
sin vida. Para el caso que ahora comentamos, la serie Excepción ofrece una historia por demás atractiva y singular, todo
ello pese a que el CGI no funciona del todo.
Esta producción, adentrada en los géneros de
la ciencia ficción y el terror espacial, llamó la atención desde su anuncio no
solo por su formato CGI, sino por el peso de sus creadores: una historia
original de Otsuichi (Hirotaka Adachi), diseño de personajes
del legendario Yoshitaka Amano (Final Fantasy, Vampire Hunter D) y una banda sonora del icónico Ryuichi Sakamoto.
Ambientada en un futuro muy lejano, la
humanidad se ha visto obligada a abandonar la Tierra, mientras que un equipo de
clones es enviado a un planeta distante con la misión de terraformarlo. Los
miembros de la tripulación son creados mediante una avanzada impresora
biológica 3D (el re-impresor), pero
un fallo en el proceso provoca que Lewis,
uno de los tripulantes, quede con una terrible deformidad. Este suceso desata
una espiral de terror y sospecha dentro de la nave, aludiendo a la clásica
premisa de “hay un traidor entre nosotros”, pero llevándola a un plano más
existencial.
La narrativa de Excepción es su punto
fuerte. Se trata de una meditación profunda sobre qué significa ser humano en
un universo donde la vida puede ser impresa, replicada o incluso borrada con un
solo comando. La serie se enfoca en el drama psicológico y la filosofía, más
que en la acción constante, lo que sin duda dejará satisfechos a los amantes de
la ciencia ficción más introspectiva.
La combinación de géneros resulta muy bien
llevada. Si bien al principio estamos frente a una serie sci-fi en la que los elementos de terror sobresalen cuando un
monstruo persigue a los personajes dentro de la nave, en breve la historia va
cambiando de registro al jugar con el misterio, el tono detectivesco y las
conspiraciones, entre otros elementos. Así, la trama consigue mantener al
espectador con una línea argumental que nunca aburre ni se detiene.
El formato de anime CGI siempre es divisivo,
y en Excepción lo es aún más. La
animación en general es fluida y los fondos son espectaculares, capturando la
inmensidad y el frío vacío del espacio. Sin embargo, su gran problema es el
diseño de personajes de Amano,
conocido por su estilo etéreo y elegante, se traduce en modelos en 3D con movimientos
que, a veces, se sienten rígidos y artificiales. La animación de los personajes
resulta a su vez pobre y deslavada, restando mérito a la gran historia que nos
están contando.
La banda sonora compuesta por Ryuichi Sakamoto es, sencillamente,
fantástica. Su música no es un mero acompañamiento, sino una parte fundamental
de la atmósfera de la serie. Las composiciones son melancólicas, etéreas y
tensas, acentuando la sensación de aislamiento y la carga filosófica de la
trama. Para muchos, solo la partitura musical ya justifica el visionado.
En definitiva, Excepción es una serie que pide paciencia, especialmente para
acostumbrarse a su estilo visual. No es un anime al uso de acción vigorosa,
sino una pieza de ciencia ficción cerebral que se toma su tiempo para explorar
la psique de sus personajes clonados y el dilema moral de la vida artificial. Para
quienes buscan buenas reflexiones, una atmósfera única de terror y sci-fi, así como una gran banda sonora,
esta serie es para ustedes. Como una historia corta y ambiciosa, pese a su
imperfecta ejecución visual, resulta profunda y satisfactoria en su narrativa y
su música. Sumamente recomendable para quienes buscan algo diferente en el
catálogo de Netflix.

