Continuamos en la Cineteca Nacional con un domingo lleno
de animación japonesa que se disfruta en la pantalla grande y con sala de cine
abarrotada. En esta ocasión tocó el turno de El conejo de cristal, cinta que inauguró el ciclo de anime el
pasado jueves 17 de julio de 2014.
En el recinto
cinéfilo, la peli es presentada así:
“El conejo de cristal conmemora los sesenta años del lanzamiento de la bomba en
Hiroshima durante la Segunda Guerra Mundial. A través de la historia de la
familia Ei -hijos y esposa de un afamado artesano del cristal- se da cuenta de
los trágicos acontecimientos que se desencadenaron después del ataque nuclear.
La historia relata cómo la familia, al tratar de reunirse de nuevo, es víctima
de la situación crítica del momento”.
Nos
encontramos con otra cinta antibelicista al más puro estilo aunque no superior a La tumba de las
luciérnagas. Nuevamente tenemos a una familia con niños japoneses que se
enfrentan a los bombardeos y a la pérdida de sus seres queridos.
De
una forma cruda, la cinta nos cuenta la historia de Toshiko, una niña que sufrirá toda clase de calamidades al
por mayor. Por un lado, su ciudad natal está siendo bombardeada y al inicio
perderá su casa, a su madre y a sus hermanas menores. Más adelante, otra
tragedia ocurrirá agudizando y haciendo aún más trágicos los acontecimientos que va viviendo.
Sin
embargo, siempre hay algo de esperanza. Los hermanos de la niña han
sobrevivido, y gracias a uno de ellos y a la ayuda de otros parientes, Toshiko
podrá levantarse frente a las adversidades y seguir con su vida hasta llegar a
la tercera edad.
Un
aspecto que considero interesante es que la explosión de las bombas atómicas
apenas y se mencionan. Si bien tienen un efecto importante en la trama, los realizadores
se han concentrado en el aspecto humano de la historia y han dejado de lado
otros recursos que quizás desviarían un tanto la atención del espectador.
También resalta la animación. Hecha completamente a mano y sin mayores
florituras, la historia maneja un elemento antibélico utilizado en muchas
ocasiones: la idea de que las guerras no deberían existir debido a que muchas
de las víctimas son civiles inocentes que sufren, lloran y pierden a sus seres
queridos.
Y en
esta línea, la película no sólo ofrece un panorama desolador sobre los
bombardeos, las ciudades destruidas, la infancia arrebatada y la muerte, sino que también ofrece un vistazo de una nación japonesa devastada moral y
psicológicamente en donde el nacionalismo que se lleva en las venas ha sido humillado.
Así,
la cinta, realizada por encargo, tiene un fuerte componente propagandístico que
habla sobre los riesgos de la guerra y las decisiones de la nación japonesa
para que un acontecimiento de este estilo no vuelva a ocurrir nunca.
En
resumen, una película de animación poderosa, triste, que ofrece un panorama
sobre las víctimas de la guerra pero, a la vez, con una moraleja bonita aunque
un tanto artificial.
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