Entramos de nueva cuenta a
las historias de vampiros en territorios urbanos, vampiros jóvenes. Pero en
esta ocasión estamos ante una historia que se sale de los clichés de las más
famosas historias sobre el tema: amores tóxicos, codependencia y un sinfín de
elementos que nos ofrecen ideas equivocadas sobre el amor romántico. Y para
explorar el asunto en un tono mucho más realista y reflexivo, Devil’s line
(2018) aparece como una sorpresa un tanto ignorada pero cuya trama resulta
atractiva.
La serie nos ubica en un Tokyo
moderno donde los vampiros, llamados “demonios”, viven en secreto entre los
seres humanos. La historia sigue a Anzai, un mestizo mitad demonio y mitad humano que
es un tanto estoico y que trabaja como miembro de una fuerza policial especial
que se encarga de crímenes relacionados con demonios. Asimismo, también
conocemos a Tsukasa Taira, una estudiante universitaria un tanto inocente que
se ve envuelta en un peligroso incidente.
Lo que comienza como un encuentro casual
rápidamente se convierte en una conexión intensa y prohibida. Devil’s line
explora la complejidad de su relación, marcada por la sed de sangre de Anzai y
el miedo y la creciente atracción de Tsukasa. La tensión entre sus diferentes
naturalezas crea un drama fascinante y lleno de suspenso.
Muchísimos de los animes contemporáneos
siempre ofrecen algunos alivios cómicos en los que accidentes con referencias
sexuales incomodan a menudo a los protagonistas. A su vez, las series se
presentan un tanto mojigatas al mostrar personajes que nunca muestran una mucho
más realista tensión sexual. En este sentido, la serie que ahora comentamos se
presenta mucho más adulta mostrando protagonistas que no solo se quieren y
atraen, sino que como todos nosotros, desean tener sexo con las personas que
les gustan. Así, algunas escenas están subidas de tono pero se presentan como
más realistas.
Temas como la segregación social y la
xenofobia están puestos a la orden del día. Los demonios tratan de vivir vidas
normales pero sus condiciones se convierten en maldiciones que los obligan a
matar a otros y poder alimentarse. En esta línea, la sociedad japonesa los
persigue y aniquila, exigiendo al gobierno su retiro inmediato. Pese a que
algunos grupos buscan reformas para comprender y apoyar a los demonios, la
serie muestra que las sociedades modernas les asusta el cambio y antes de
comprender al otro prefieren eliminarlo.
Como fantasía oscura e historia de romance,
Devil’s line juega bien sus cartas al mostrar la química y la tensión sexual
entre Anzai y Tsukasa, mostrando cómo su relación está llena de obstáculos. La
mezcla de lo romántico con elementos oscuros y sobrenaturales es un factor clave en la serie: en esta relación veremos cómo los humanos pueden
ser más despiadados que los propios demonios y cómo estos últimos solo buscan
una vida normal. Por otra parte, los personajes son complejos y fascinantes.
Anzai lucha constantemente contra su lado demoníaco, lo que lo convierte en un protagonista
atormentado que lucha contra su baja autoestima. En cambio, Tsukasa evoluciona
a lo largo de la historia mostrando valentía y determinación. Los personajes
secundarios también están bien desarrollados y aportan profundidad a la trama.
Pero la serie no se centra únicamente en el
romance. Los casos criminales relacionados con demonios y las conspiraciones
dentro de la sociedad añaden una dosis constante de acción y misterio. Si bien
la trama juega bien con los elementos del thirller, el final de la historia
resulta precipitado y poco inspirado, con un falso final agridulce que a la
larga resulta mucho más esperanzador que deja demasiados cabos sueltos y
algunos personajes desaprovechados. Así, se nota a leguas que la historia se
hubiese desenvuelto mejor si se hubieran producido dos temporadas en un lugar
de solo una.
En definitiva, un anime que combina con
éxito romance oscuro con acción sobrenatural y suspenso. Para quienes
disfrutamos de historias con personajes complejos, relaciones prohibidas y
toques de misterio, esta serie funciona muy bien en gran parte de su relato.