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domingo, 7 de diciembre de 2025

Napping Princess

 


En esta ocasión en el blog retomamos a un director clásico del Anime: Kenji Kamiyama. Se trata de un director con una visión comercial y un toque autoral que tuvo, a mi parecer, su momento de gloria en la década de los años 2000 con series como Ghost in the Shell: Stand Alone Complex y Moribito, guardián del espíritu sagrado. Higashi no Eden es una de sus series con temática económica y thriller más queridas, pero de ahí en fuera, las últimas series y películas, muchas de éstas realizadas completamente en 3D y CGI, dejan mucho que desear.

   Quizás el problema actual de este director es haberse juntado con otro director, Shinji Aramaki, creador de toda clase de películas en CGI sumamente vistosas pero un tanto huecas en sus historias. Así, el director que ahora comentamos ha ofrecido trabajos decepcionantes como Ghost In the Shell: SAC 2045 y Blade Runner: Black Lotus, mismas que ni de cerca se encuentran entre las grandes ideas y producciones de Kamiyama. De este modo, para la película que ahora comentamos, las cosas siguen sin mejorar al grado de que esta cinta pasará rápidamente al olvido.

   Napping Princess se presenta como una ambiciosa mezcla de fantasía con toques steampunk, drama familiar y crítica industrial. Sin embargo, tras la deslumbrante fachada visual, la película lucha por mantener los pies sobre la tierra.

   La historia sigue a Kokone, una estudiante de secundaria que, en vísperas de las Olimpiadas de Tokio 2020, pasa gran parte de su tiempo durmiendo. Sus sueños la transportan a Hertland, un reino mágico y tecnológico donde la vida gira en torno a la fabricación de automóviles y donde ella, al parecer, es una princesa con una tableta mágica capaz de dar vida a las máquinas. La línea entre su fantasía y la detención real de su padre por un supuesto robo de software comienza a borrarse peligrosamente.

   Bajo el sello del estudio Signal.MD, la dirección artística es impecable. Los desafíos de los colosos mecánicos en Hertland y la integración de la tecnología en un entorno citadino muy saturado están ejecutados con una fluidez envidiable. Kamiyama demuestra que sigue teniendo un ojo privilegiado para elementos de ciencia ficción y fantasía social, planteando temas vigentes como la transición hacia los vehículos autónomos y el peso de la herencia industrial en Japón.

   Pero a pesar de sus bondades técnicas, Napping Princess sufre de una crisis de identidad narrativa. Por ejemplo, la película intenta ser un cuento de hadas infantil con elementos de tecno-fantasía, un thriller de espionaje corporativo y un drama de reconciliación familiar al mismo tiempo. Al intentar abarcar todo, el impacto emocional se diluye. Por otra parte, si bien el concepto de mundos paralelos puede resultar atractivo, las reglas de cómo el sueño afecta la realidad son vagas: nunca queda claro si son dos historias que se cruzan o si alguna realmente influye en la otra. En el clímax, la película exige una suspensión de la incredulidad tan alta que el espectador puede desconectarse de la tensión real que viven los personajes.

   Los villanos corporativos rozan la caricatura, careciendo de la profundidad que Kamiyama suele otorgar a sus oponentes en obras previas. Con esto en mente, el gran problema de la cinta es su guión y la resolución de los conflictos al provocar que nunca se entiendan del todo muchos de los intereses de los personajes y que la resolución de las sub tramas sea más que un sinsentido.

   En definitiva, Napping Princess (Hirune Hime) una obra visualmente estimulante que ofrece un agradable viaje, pero que se queda muy corta al compararla con los grandes exponentes del género. Es una película ideal para quienes buscan animación de alta calidad y una historia ligera, pero aquellos que esperen la densidad filosófica habitual de Kenji Kamiyama se encontrarán con un relato que, irónicamente, se siente algo somnoliento en su ejecución final. Tristemente, esta cinta sigue confirmando el declive actual de su director.            


lunes, 26 de mayo de 2025

Moribito, guardián del Espíritu Sagrado

 











Resulta interesante que el anime nos permite explorar la obra de una autora para describir sus ideas y propuestas narrativas. Para esta entrada, me gustaría rescatar la figura de la escritora japonesa Nahoko Uehashi, etnóloga de formación, académica y escritora de libros de fantasía. Una de sus series más interesantes es la de los Guardianes, misma que consta de más de 10 libros y que incluye novelas y colecciones de relatos ubicados en el mismo universo. Así, esta serie ha tenido su adaptación en varias temporadas live action cuyo estreno ocurrió la década anterior. Para el caso que nos ocupa, comentaremos la primera adaptación al anime.

   En primera instancia, si el lector busca un buen anime de fantasía que lo sumerja en un mundo rico y bien construido, lejos de los clichés habituales, entonces está en el lugar indicado. Moribito: Guardián del Espíritu Sagrado (Seirei no Moribito), se presenta como una serie de 2007 que, a pesar de sus años, sigue siendo tan relevante y cautivadora como el día de su estreno, dado que se trata de una historia de aventuras y personajes bien desarrollados.

   Moribito nos presenta a Balsa, una formidable guardaespaldas de lanza errante, una mujer fuerte e independiente que vive bajo el juramento de salvar ocho vidas en penitencia por las ocho que le fueron arrebatadas. De pronto, su camino se cruza con el del príncipe Chagum, a quien la emperatriz pide proteger. El joven príncipe es portador de un espíritu acuático milenario, y su propia familia real lo ha marcado para la muerte creyéndolo poseído por un demonio.

   Lo que sigue a continuación es una increíble odisea de supervivencia, amistad y descubrimiento. La trama se desarrolla con un ritmo pausado pero constante, permitiendo al espectador saborear cada momento y sumergirse por completo en las culturas y los paisajes que Balsa y Chagum atraviesan. No hay villanos unidimensionales aquí; las motivaciones de cada personaje son complejas y creíbles, lo que eleva la narrativa a un nivel superior.

   Uno de los puntos más fuertes de Moribito es, sin lugar a dudas, su protagonista Balsa. Lejos de ser la típica heroína femenina idealizada, resulta ser una mujer adulta, experimentada, pragmática y sumamente capaz. Sus habilidades de combate son impresionantes, pero lo que realmente la define es su estoicismo, su compasión y su inquebrantable sentido del deber. Es un personaje al que es fácil admirar y con el que se puede empatizar profundamente. Para quienes sean amantes de la fantasía épica, Balsa es un soplo de aire fresco y un modelo a seguir.

   El desarrollo de la relación entre la protagonista y Chagum es el corazón de la serie. Ver cómo este niño, mismo que creció en un ambiente real opresivo, florece bajo la protección y el cuidado de Balsa, es uno de los mayores placeres de la serie. Otro punto, también de gran interés, nos lleva a la resolución de conflictos. Mientras que el espectador puede disfrutar muchas escenas de acción y artes marciales, en otras se plantea que el diálogo puede ser poderoso para calmar los ánimos y establecer nuevas alianzas. 

   Producida por Production I. G., la calidad visual de Moribito es excepcional para la época e incluso para los estándares actuales. Los escenarios son increíblemente detallados y transmiten una sensación de inmensidad y realismo. Las secuencias de acción son fluidas y dinámicas, coreografiadas de manera magistral, resaltando la habilidad de Balsa con la lanza sin caer en extravagancias.  

   El diseño de personajes, aunque no es el más estilizado y al que muchos están acostumbrados en el anime moderno, es realista y se ajusta perfectamente al tono de la historia. Cada detalle contribuye a la inmersión en este mundo de fantasía inspirado en culturas de Asia oriental.

   Un aspecto interesante es que la dirección viene de la mano de Kenji Kamiyama, exitoso director contemporáneo que en ese entonces venía de dirigir las dos temporadas de la serie Ghost in the Shell. Su respeto por la obra original a la par del tono casi antropológico con el que se maneja la historia, el contexto cultural y los personajes permite disfrutar de una gran trama dado que los libros de la saga aún no están traducidos al español (aunque los dos primeros lo están al inglés). La riqueza y costumbres del mundo fantástico son delineadas con gran detalle, permitiendo que el espectador conecte con dicho universo.

   En definitiva, Moribito es mucho más que un simple anime de fantasía. Es una obra que explora temas como la maternidad, el sacrificio, el deber y la búsqueda de la identidad. Si aún no la han visto, les recomiendo encarecidamente que le den una oportunidad. Es una serie de anime que perdurará en la memoria del espectador mucho después de haber visto el último episodio.