Resulta interesante que el anime nos permite explorar la obra de una autora para describir sus ideas y propuestas narrativas. Para esta entrada, me gustaría rescatar la figura de la escritora japonesa Nahoko Uehashi, etnóloga de formación, académica y escritora de libros de fantasía. Una de sus series más interesantes es la de los Guardianes, misma que consta de más de 10 libros y que incluye novelas y colecciones de relatos ubicados en el mismo universo. Así, esta serie ha tenido su adaptación en varias temporadas live action cuyo estreno ocurrió la década anterior. Para el caso que nos ocupa, comentaremos la primera adaptación al anime.
En primera instancia, si el lector busca un buen anime de fantasía que lo sumerja en un mundo rico y bien construido, lejos de los clichés habituales, entonces está en el lugar indicado. Moribito: Guardián del Espíritu Sagrado (Seirei no Moribito), se presenta como una serie de 2007 que, a pesar de sus años, sigue siendo tan relevante y cautivadora como el día de su estreno, dado que se trata de una historia de aventuras y personajes bien desarrollados.
Moribito nos presenta a Balsa, una formidable guardaespaldas de lanza errante, una mujer fuerte e independiente que vive bajo el juramento de salvar ocho vidas en penitencia por las ocho que le fueron arrebatadas. De pronto, su camino se cruza con el del príncipe Chagum, a quien la emperatriz pide proteger. El joven príncipe es portador de un espíritu acuático milenario, y su propia familia real lo ha marcado para la muerte creyéndolo poseído por un demonio.
Lo que sigue a continuación es una increíble odisea de supervivencia, amistad y descubrimiento. La trama se desarrolla con un ritmo pausado pero constante, permitiendo al espectador saborear cada momento y sumergirse por completo en las culturas y los paisajes que Balsa y Chagum atraviesan. No hay villanos unidimensionales aquí; las motivaciones de cada personaje son complejas y creíbles, lo que eleva la narrativa a un nivel superior.
Uno de los puntos más fuertes de Moribito es, sin lugar a dudas, su protagonista Balsa. Lejos de ser la típica heroína femenina idealizada, resulta ser una mujer adulta, experimentada, pragmática y sumamente capaz. Sus habilidades de combate son impresionantes, pero lo que realmente la define es su estoicismo, su compasión y su inquebrantable sentido del deber. Es un personaje al que es fácil admirar y con el que se puede empatizar profundamente. Para quienes sean amantes de la fantasía épica, Balsa es un soplo de aire fresco y un modelo a seguir.
El desarrollo de la relación entre la protagonista y Chagum es el corazón de la serie. Ver cómo este niño, mismo que creció en un ambiente real opresivo, florece bajo la protección y el cuidado de Balsa, es uno de los mayores placeres de la serie. Otro punto, también de gran interés, nos lleva a la resolución de conflictos. Mientras que el espectador puede disfrutar muchas escenas de acción y artes marciales, en otras se plantea que el diálogo puede ser poderoso para calmar los ánimos y establecer nuevas alianzas.
Producida por Production I. G., la calidad visual de Moribito es excepcional para la época e incluso para los estándares actuales. Los escenarios son increíblemente detallados y transmiten una sensación de inmensidad y realismo. Las secuencias de acción son fluidas y dinámicas, coreografiadas de manera magistral, resaltando la habilidad de Balsa con la lanza sin caer en extravagancias.
El diseño de personajes, aunque no es el más estilizado y al que muchos están acostumbrados en el anime moderno, es realista y se ajusta perfectamente al tono de la historia. Cada detalle contribuye a la inmersión en este mundo de fantasía inspirado en culturas de Asia oriental.
Un aspecto interesante es que la dirección viene de la mano de Kenji Kamiyama, exitoso director contemporáneo que en ese entonces venía de dirigir las dos temporadas de la serie Ghost in the Shell. Su respeto por la obra original a la par del tono casi antropológico con el que se maneja la historia, el contexto cultural y los personajes permite disfrutar de una gran trama dado que los libros de la saga aún no están traducidos al español (aunque los dos primeros lo están al inglés). La riqueza y costumbres del mundo fantástico son delineadas con gran detalle, permitiendo que el espectador conecte con dicho universo.
En definitiva, Moribito es
mucho más que un simple anime de fantasía. Es una obra que explora temas como
la maternidad, el sacrificio, el deber y la búsqueda de la identidad. Si aún no
la han visto, les recomiendo encarecidamente que le den una oportunidad. Es una
serie de anime que perdurará en la memoria del espectador mucho después de
haber visto el último episodio.