Llevaba rato sin disfrutar una de una serie enmarcada
dentro del shonen. Si bien sus historias han utilizado una y otra vez las
mismas tramas sólo que adornadas de diversas formas, he de confesar que Sword
Art Online ha logrado conmoverme tanto por su trama como por sus personajes.
La historia,
encuadrada en la ciencia ficción, nos relata una historia centrada en un futuro
cercano en el que los juegos de rol han alcanzado el mayor realismo posible.
Dicho realismo se consigue gracias al uso de cascos especiales, los Nerve Gear,
los cuales permiten que el jugador quede totalmente inmerso en el juego y pueda
experimentar sensaciones dentro del mismo.
Kazuto Kirigaya, conocido como Kirito en este tipo de juegos, es un jugador experimentado que ha pasado
su vida inmerso en las realidades virtuales que estos juegos ofrecen. Cuando
Sword Art Online sale al mercado, no lo duda y participa en la última novedad en
videojuegos de rol. Sin embargo, él y otros miles jugadores se llevarán una sorpresa
estremecedora: los jugadores no pueden cerrar sesión y resulta que están
atrapados en el juego. Akihiko Kayaba, el creador de dicho videojuego, informa a
todos que únicamente podrán salir si consiguen superar los cien niveles y
derrotar a los cien jefes de cada nivel. Y lo más aterrador: si los usuarios
mueren en el juego, también morirán en la realidad (ya Matrix nos la había
planteado de esa manera, pero creo que esta serie que ahora abordamos justifica mejor la idea de la
muerte real simultánea a la muerte virtual). A partir de aquí, se armarán diversos
equipos para tratar de superar los niveles.
Kirito se
convertirá en el jugador más hábil del videojuego. Luego de perder a su equipo,
llevará una vida en solitario peleando contra toda clase de criaturas virtuales
y haciendo el bien sin mirar a quien. Entre cada aventura, Kirito ayudará a
alguna chica linda del juego, lo que provocará que cada una de ellas se
enamore irremediablemente de él. No obstante, el reencuentro con Asuna, otra de
las mejores guerreras del juego, nos transportará hacia una bonita historia de
amor.
Como he
mencionado, la serie nos recuerda poderosamente a todas aquellas historias del
Harem en las que el protagonista es tan irresistible que terminará conquistando
a todas las chicas. Pero a estas alturas, esta idea empieza a cansar un poco:
sería más creíble suponer que el personaje no siempre será recto o que no
siempre todas quedarán perdidamente enamoradas de él.
El final del primer videojuego resalta una vez más muchas de las ideas que la animación
japonesa ha utilizado una y otra vez. El Deux ex machina está a la orden del
día: justo cuando todo está perdido para los personajes, algo sacado de la
manga y que incluso desafía las mismas reglas de la trama aparece en escena
para que los buenos triunfen siempre. Y es que Kirito, el personaje más poderoso,
es el individuo capaz de desafiar las leyes del sistema y es el único que le
puede poner fin a todo amparado un tanto en esto.
Hubiera
preferido una serie en los que el videojuego Sword Art Online hubiese abarcado
los 25 episodios. El cambio brusco de videojuego en donde Asuna adquiere un
papel pasivo es un tanto desconcertante. Me atrevo a ofrecer una primera
provocación: mientras que las aventuras en el primer juego conectan
inmediatamente con el espectador, la historia del segundo juego creo que es
fallida y no se explota correctamente. En lo personal, me hubiera gustado saber
mucho más sobre las razas que habitan el mundo de las hadas, los conflictos
entre más personajes y las posibles escenografías que pudieron haber sido
mostradas.
Pero pese a los
problemas, la serie nos ofrece dos historias en los que de pronto encontramos
dos melodramas muy bien ejecutados. El primero de ellos nos relata la luna de
miel de Kirito y Asuna y el encuentro con Yui, una pequeña niña que parece
haber perdido la memoria. Poco a poco, la niña tomará a los dos protagonistas
principales como sus papás, y al final la despedida será más que dolorosa. Mientras
tanto, la segunda historia incluye un triángulo amoroso en el que Sugu, la
prima de Kirito, se enamora perdidamente de él. Lo curioso de este melodrama es
que el espectador realmente no se esperaba una reacción tan fuerte de Sugu
cuando ella se da cuenta que está ayudando en el mundo de las hadas a su
mismísimo primo.
Un aspecto
sumamente sobresaliente de la serie es que al final los personajes descubren
que han estado demasiado tiempo dentro de los juegos de rol. Y pese a las
vivencias que puedan tener en el mundo real, sus vidas están más apegadas a lo
virtual, por lo que hasta cierto punto sus vidas continuarán desarrollándose en estas realidades.
En resumen, una
serie con una premisa poderosa en la que se ve que el desarrollo de la trama
generó algunos problemas en cuanto a cuál sería la siguiente situación en la
que se situaría a los personajes. No obstante, es tan efectiva en su ejecución
y en sus batallas que cumple por completo su cometido al grado de volverse
adictiva.
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