Este es un buen momento para recordar aquellas escenas de
la película Toy Story 3 en las que aparece Totoro. ¿Se dieron cuenta? ¿No
quisieron gritar? ¿El resto del público en la sala de cine no los vio raro? Si
algo de esto sucedió, definitivamente han visto esta chulada de película.
Ubicada en un
Japón después de la Segunda Guerra Mundial, un investigador (antropólogo de
formación) se instala con sus dos hijas en una casa en el campo. La madre de
las niñas está en el hospital en recuperación, mientras que el padre y ellas esperan que regrese pronto a casa.
En poco tiempo,
la inocencia de las niñas les permitirá observar extrañas y curiosas criaturas
juguetonas que habitan el bosque. Conforme avance la historia, descubriremos
que entre estas criaturas está Totoro, una especie de espíritu que habita en la
naturaleza.
Poco a poco, las
niñas irán descubriendo ese mundo vetado para los adultos.
Sobresale en la
trama la gran energía de las niñas, quizás imposible de ser representada por
alguna actriz muy joven en la vida real. A su vez, la gran curiosidad que tienen sobre el mundo
les permitirá ir descubriendo cosas no vistas antes en la naturaleza. Y
pensándolo bien, esto es una especie de metáfora sobre cómo en la niñez hay un
gran sentido de la maravilla, de la curiosidad, de la imaginación, y de cómo a
la llegada de la madurez mucho de esto se va perdiendo.
Pero
definitivamente, Totoro es el gran personaje de la cinta. Su comportamiento es
tan curioso, tan chusco, pero a la vez es tan extraño e incomprensible. Sin
embargo, tiene empatía con los humanos, detalle que lo llevará a ayudar a las
niñas casi al final de la historia.
En definitiva,
una gran película sin maquillajes ni escenas humorísticas forzadas, y que
definitivamente es una de las grandes del Studio Ghibli y en particular de
Hayao Miyazaki.
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