Esta semana seguimos con los comentarios sobre todas las
películas de Studio Ghibli. En esta ocasión toca el turno a Kiki: Entregas a domicilio.
La cinta nos
cuenta la historia de Kiki, una bruja que debe seguir la tradición: a los trece
años, las jóvenes brujas deben viajar a algún pueblo o ciudad para prestar sus
servicios. Repentinamente, Kiki decide que ya es hora de partir, noticia que a
la vez sorprende y entusiasma a sus padres.
Kiki, en
compañía de su gato Jiji, llegarán a una ciudad costera en la que buscarán
instalarse. A partir de ahí, la trama se concentrará (y creo que es un aspecto
original de la película) en cómo la joven bruja se adapta a su nueva vida y
cómo descubre la forma de ayudar a los pobladores.
La cinta nos
muestra la crisis durante la transición entre niñez y adolescencia. Durante
dicha fase, Kiki descubre los celos y el amor, pero también la amistad con
varios de los pobladores del lugar al que ha llegado. Sin embargo, la
transición mencionada sobresale por un hecho muy particular: cuando era niña
podía escuchar hablar a su gato, y ahora que es adolescente, ya no puede
escuchar a su compañero. De la misma forma, Kiki tiene problemas para controlar
su magia, aspecto que muestra muy bien que la pubertad es un periodo de suma
inestabilidad emocional.
También nos
cuentan la faceta trabajadora y leal de Kiki. Realmente es una chica que cumple
sus servicios al pie de la letra y es capaz incluso de ir más allá con tal de
ayudar y dejar bien satisfechos a quienes ayuda.
Con esta cinta
termina la etapa ochentera de Hayao Miyazaki (director y guionista de esta
cinta) y del estudio. La entrada a los 90’s representará la consolidación de
esta casa animadora y de sus producciones no sólo en Japón, sino también en el
resto del mundo.
En resumen, una
cinta adorable y bien planeada que dejará con buen sabor de boca a chicos y
grandes.
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