Hasta ahora llega a México una de las cintas más
esperadas de Hayao Miyazaki, la que se presenta como su gran despedida del
mundo cinematográfico. Pero como toda gran despedida, Miyazaki eleva al cielo
su pasión por la aviación y nos cuenta, en un tono muy realista y personal, una
especie de biografía ficticia y muy libre de uno de los grandes genios de la
ingeniería aeronáutica japonesa: Jiro Horikoshi.
Con fuertes
guiños a La montaña mágica de Thomas Mann, Miyazaki nos cuenta la infancia de Horikoshi,
y de cómo su mentor lejano (y a la vez cercano), Hans Castorp, es parte
integral de su pasión y enorme talento por los aviones.
El resto es
parte de la historia: el Japón entre guerras y la necesidad de construir un
buen avión para que los japoneses puedan ganar lo que será recordado como la
Segunda Guerra Mundial.
Jiro parece un
ser robótico que se dedica a trabajar casi sin descanso en sus diseños para ese
avión que todos esperan. Miyazaki delinea el mundo de la creación de estos maravillosos artefactos, y nos presenta a un personaje que a la larga le aflorará su lado humano
justo cuando el amor le llega.
Pero creo que la
cinta ofrece algunos planteamientos sin una posible respuesta. ¿Cómo reaccionar
cuando en el mismo momento el gran proyecto de tu vida se cumple y a la vez tu
gran amor muere? ¿El talento y la genialidad utilizados para crear un avión
para ganar la guerra al final valieron de algo? La guerra se perdió y el
invento fue utilizado para asesinar a miles de personas. ¿Valió la pena que la
creatividad se aplicara en esta herramienta?
Miyazaki regresa
con una obra artística en la que no hay escena que se repita. Como es común en
este director, no hay maniqueísmo, no están los clichés que casi siempre vemos
en el anime, aquí lo que importa es la reflexión moral sobre el genio y la
guerra, sobre el artefacto y sus usos.
Uno podría
pensar que Horikoshi sólo aplicó su creatividad y que ya dependió de los demás
el cómo se usaría el aparato. Sin embargo, él es responsable de la creación de
un modelo de avión que sería usado incluso por los kamikazes. El presupuesto
vino del ejército, y Jori estaba consciente de que su artefacto iba a ser
utilizado en la guerra.
En conclusión,
una esperada y muy satisfactoria cinta agridulce que ofrecerá un escenario
visual inigualable. Studio Ghibli es conocido por contar historias mágicas, y
ésta no es la excepción: a partir de lo cotidiano se cuenta una historia
maravillosa y que consigue transportarnos a mundos maravillosos.
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