Pese a ser un fan de la animación japonesa, en ocasiones
me agrada mirar hacia otras épocas y países y explorar qué tipo de dibujos
animados se han producido. En mis variados descubrimientos, las películas del
director de animación francés René Laloux han sabido cautivarme poderosamente.
René fue siempre
un entusiasta de la animación experimental. Sus cintas regularmente se pasean por
senderos surrealistas en donde las historias contadas requieren mucha atención
por parte del espectador.
Como fan de este
director francés, he tratado de darlo a conocer en redes sociales, páginas web
o revistas digitales. Creo que al menos el esfuerzo ha rendido algunos frutos y
algunas personas de este lado del charco se han tomado la libertad de
echarle un ojo a alguno de sus cortometrajes.
Así pues, para
darle variedad a este humilde blog, a la par de las reseñas de series o
películas de ánime que me vaya encontrando, les trataré de ofrecer algún especial dedicado a un director, estudio o temática específica.
Iniciemos pues
con la primera producción de René Laloux.
Los dientes del
mono es un cortometraje de alrededor de diez minutos que ofrece una panorámica
de lo que serán los futuros trabajos de Laloux.
Y es que su
trama, absurda y onírica, nos recuerda lo extraño que son nuestros sueños.
Siendo una producción realizada cuando este director laborada en un centro
psiquiátrico, su extraña y absurda historia fue escrita tomando en cuenta
muchas de las sugerencias de los internos.
Con esto en
mente, los dejo con este extraño cortometraje.
Seguimos dándole a los cortometrajes en esta semana,
dándonos tiempo antes de entrar al saturado ciclo escolar para estudiantes de
posgrado de la UNAM.
En esta ocasión,
nuevamente tenemos una colección de tres cortometrajes en los que de nueva
cuenta Katsuhiro Otomo aparece en escena para contarnos alguna de sus
interesantes historias de ciencia ficción (véase último cortometraje).
Labyrinth labyrinthos.- Se trata de una historia onírica
que nos transporta a través de pasajes extraños, casi imposibles. Una niña y su
gato descubren un mundo increíble y bizarro para llegar a un lugar que parece
ser coherente: un circo.
El corredor.- En una carrera futurista, el mejor corredor
del mundo hará lo imposible para seguir siendo el número uno, incluso si eso involucra que su ser desaparezca y se fusione con la
inteligencia artificial que controla el automóvil.
La orden para detener la construcción.- Otomo nos cuenta
una historia futurista en la que un joven supervisor es enviado a una ciudad
destruida. Pero dicha ciudad está siendo remodelada por miles de robots,
quienes tratarán de llevar a cabo las órdenes que han recibido sin importar que
haya nuevas órdenes. Aquí de pronto recordaremos a la aparentemente siniestra HAL-9000 de
2001: Odisea Espacial, máquina que en sí no tenía buenos o malos sentimientos,
sino que simplemente buscaba llevar a cabo una orden a pesar de que ello
implicara deshacerse de los humanos.
Y pues estos son
los breves cortometrajes con sorpresa final incluido. Pese a haber sido
realizados a finales de los 80, no pierden su poder visual y tienen aún mucha
magia para agradar e impactad al espectador.
Continúan las escapadas habituales para disfrutar un poco
de la acostumbrada animación japonesa. Y vaya sorpresa la que me encuentro al
descubrir que Katsuhiro Otomo (Akira, Metrópolis, Steamboy), Satoshi Kon (Perfect
Blue, Millennium Actress, Tokyo Godfathers, Paprika) y muchos otros increíbles
animadores unieron sus talentos para ofrecer al espectador tres poderosos
cortometrajes que bien fascinarán especialmente a los fans de la ciencia
ficción.
Pese a que la
animación es de 1996, los trazos son magistrales y, asimismo, las historias son atemporales, son frescas y se disfrutan
a cada momento.
Rosa magnética.- Quizás se trate del cortometraje más
conocido y recordado de las tres producciones. A finales del siglo XXI, una
nave cuyos tripulantes se dedican a recoger basura espacial descubre un gigantesco
navío varado en una especie de vórtice magnético. Cuando dos astronautas se
encargan de explorar el navío descubren que se trata de una especie de casa
embrujada tecnológica que guarda fantasmas holográficos. Se trata de un lugar
que reproduce las grandes vivencias de una diva de la opera, quien cometió un
crimen pasional y cuya memoria informática vaga eternamente por el desierto
sideral.
Se trata de una
narración exquisitamente contada y amenizada con la voz de Maria Callas. De la
misma forma, la supuesta casa embrujada con su trasfondo tecnológico recuerda
poderosamente aquella novela de El castillo de los Cárpatos, de Julio Verne, en
donde un supuesto castillo embrujado tiene su chiste gracias a extraños
aparatos tecnológicos.
La historia,
escrita por Satoshi Kon, refleja perfectamente una de las grandes obsesiones de
este director y guionista: los mundos dickianos, es decir, las historias en las
que ni los personajes ni el espectador tienen del todo la capacidad para
determinar cuál es la realidad y cuál es la ficción.
Bomba fétida.- Un investigador biomédico regresa al
trabajo con un fuerte resfriado. Entre los chismes con los compañeros de laboratorio, varios
compañeros le recomiendan que tome de la oficina del jefe unas extrañas
pastillas para mejorar su estado de salud. Una vez que ha consumido las
cápsulas, y luego de una larga siesta, despierta y descubre que todos los
trabajadores de la empresa han muerto. ¿Qué es lo que ha sucedido? Nuestro
personaje se ha convertido en una especie de arma letal que arroja un extraño
gas que mata al instante a quien se acerque y, de la misma forma, posee una
extraña habilidad para descomponer todo artilugio tecnológico que se le
acerque. A partir de aquí, el caos en Japón se desatará, mientras que nadie
podrá hacer nada para detener a un hombre que no sabe que se ha convertido en
la muerte andante.
La historia está
salpicada por doquier de un delicioso y cruel humor negro. Asimismo,
la historia, en un tono socarrón, nos cuenta que por más esfuerzos que se
lleven a cabo, el fin de mundo es inminente.
Carne de cañón.- Se trata de una historia de Katsuhiro Otomo
contada en un estilo más abstracto y experimental. Una nación militarizada (que
recuerda fuertemente las escuelas durante la época nazi) en un mundo steampunk
dedica su gran eficiencia para la guerra. Todos los esfuerzos se concentran en
disparar un gigantesco cañón para dañar a un enemigo invisible. Otomo nos
ofrece un panorama desolador y absurdo, salpicado del fantasma orwelliano y su
novela 1984, en el que la gente vive el día a día en una guerra sin sentido.
Fan service y tomas sicalípticas definen a este breve
serie que a primera vista parece una más de sobre la vida estudiantil en Japón.
Makoto es un
estudiante común y corriente que a diario observa sigilosamente a la chica que
le gusta. Sea en la escuela, en el metro, en el parque, su amor platónico está
ahí.
Pero por azares
del destino, Sekai, la compañera de mesa del salón de Makoto se las ingenia
para que éste se acerque a la chica que le gusta. Habiendo hecho su trabajo de cupido,
descubriremos que en realidad también está enamorada de su compañero de clase.
Y a partir de aquí, la historia con el clásico triángulo amoroso dará comienzo.
Pese a que
Makoto parece feliz con Kotonoha, su ahora novia, pronto descubrirá sus
sentimiento ocultos por Sekai, por lo que ocurrirán toda una serie de conflictos y enredos.
A la larga, la
serie nos ofrece un panorama de lo bueno de la adolescencia para pasar a una
visión perturbadora: los felices adolescentes, debido a la envidia, los celos y
el desamor, mostrarán las peores bajezas del ser humano en donde la traición y
la venganza estarán a la orden del día.
En resumen, una
serie que empieza como muchas otras pero que se va desviando hasta mostrar qué
tan bajo puede caer el ser humano.
En 1927, el gran director expresionista alemán Fritz Lang
ofreció al público de su época una de las películas más interesantes e
innovadoras. Metrópolis, en la visión de aquel director, nos ubicaba en una
ciudad futurista y distópica en la que la clase trabajadora llevaba a cabo
larguísimas y agotadoras jornadas sólo para mantener la estabilidad
y las ganancias de unos cuantos millonarios. Si bien el panorama que la peli
nos ofrece nos suena un tanto actual, cabe destacar que la historia nos
mostraba uno de los primeros y más famosos robots del cine.
Y cuál es mi
sorpresa al encontrarme una versión animada de aquella mítica película.
Siendo
sinceros, esta cinta, inspirada en el manga de Osamu Tezuka, apenas y toma unos
cuantos elementos de la película de Lang.
Nos encontramos
en un mundo futuro y distópico en el que los robots son parte fundamental. Sin
embargo, la resistencia social no se ha hecho esperar: son miles de personas
las que detestan a estas máquinas, ya que o bien han sido sustituidos por los
robots en la industria o de plano los robots son una afrenta divina.
En una de
esas, un detective y su joven sobrino visitan Metrópolis para investigar a una
especie de científico loco que ha robado órganos humanos. Conforme avance la
trama, el detective, el sobrino y un robot policía tratarán de descubrir los
secretos que esconde aquel científico.
La cinta ofrece
una animación portentosa, flexible y sin el menor ahorro de dibujos o
escenarios. Cada imagen es distinta y posee una vida propia. De la misma forma,
Metrópolis es retratada a detalle al grado de encontrarnos con una ciudad que
vive por sí misma.
Si bien la cinta
explora el misterio del robot humanizado, hay que señalar que la historia
recuerda fuertemente a muchos de los robots asimovianos. Y de la misma forma,
la animación recuerda fuertemente los trazos de Tezuka al grado de que por
momentos creemos que estamos viendo algún episodio de Astroboy.
En definitiva,
una cinta visualmente deliciosa que explora toda clase de elementos dentro de
la ciencia ficción.
Luego de una primera
temporada que complementa muy bien el mundo de Avatar, terminó el año pasado la
segunda temporada de La Leyenda de Korra, todo un deleite para los
angloparlantes (esperamos que en breve se traiga a los países de habla hispana
con el gran doblaje que tuvo la primera temporada).
En esta ocasión, los seguidores del mundo de
Avatar ya no disfrutamos solamente de un excelente complemento, sino de una
temporada que se convierte en una excelente y muy digna secuela de La Leyenda
de Aang: una serie que ahora está al nivel de su predecesora.
La historia inicia cuando en diversas partes del mundo se han registrado
ataques de espíritus, con lo que aparecerá una nueva amenaza para el equipo
avatar.
En esta segunda temporada conoceremos más
detalles sobre la familia de Korra, descubriremos con entusiasmo cómo fue que
apareció el primer avatar, nos impactaremos con la aparición de un enemigo tan
poderoso o incluso más que Korra en estado avatar. De la misma forma, el
espectador podrá reír sin parar, disfrutar de una trama redonda y muy bien construida,
pero lo mejor de todo: en esta ocasión la animación será soberbia, deslumbrante,
de una calidad que incluso supera a la primera serie.
A diferencia de la historia de Aang, los productores
han buscado una serie en la que cada temporada cierre lo mejor posible.
Sorprende también que frente a una temporada
con tantos espíritus, Korra pasa a ser de un ser muy poderoso a uno más entre
muchos espíritus poderosos.
Definitivamente, si la pueden ver ahora en
inglés, no se arrepentirán.
Iniciamos el año con la
respectiva dosis de animación japonesa. En esta ocasión, el turno llega para
Blame!: una serie de OANs (animación original para internet) de apenas 5
minutos de duración cada una que se vuelven más una invitación a leer el manga.
¿De qué trata? La historia nos ubica en un
futuro oscuro, anti utópico, en el que donde uno mire encontrará robots,
sistemas computacionales y apenas unos cuantos humanos. Aquel lugar
extraño y medio pesadillesco será en realidad una esfera de Dyson: un sistema ideado
por el astrónomo Freeman Dyson que en teoría rodearía por completo una estrella
para aprovechar toda la energía que ésta produzca; obviamente la estructura
tendría el tamaño de la órbita de la Tierra. Asimismo, siguiendo la trama, la esfera cuenta con miles
y miles de niveles controlados directamente por los seres de silicio, quienes
dominan aquel lugar.
Killy es un humano que viaja a través de los
miles de niveles buscando a un humano puro cuyos genes le permitan tener acceso
a la red principal. En su búsqueda, y tratando de eludir a unos robots que amenazan con
colapsar todo el sistema de la esfera, encontrará a Shibo: una especie de
cyborg que ha tratado de acceder a la red principal sin ser cien por ciento humana.
En sí, la mini serie es más un experimento visual y sonoro que no
cuenta con una historia precisa (por eso digo que es una invitación al manga).
Sin embargo, las atmósferas oscuras, extrañas y cienciaficcioneras son
cautivantes y atrapan la atención de inmediato.
En resumen, un experimento visual y sonoro
que no dejará indiferente a los fans de la ciencia ficción y de la animación
japonesa.