sábado, 29 de marzo de 2014

Especial Studio Ghibli: Castle in the sky / El Castillo en el cielo

Qué tal:

   Esta semana quiero platicarles mis impresiones sobre una de las películas más atractivas de la época ochentera del Studio Ghibli: El Castillo en el cielo.



   Inspirada en la obra de Jonathan Switf, la historia nos habla de Sheeta, una niña que tiene una piedra alrededor del cuello que se dice es capaz de abrir la fortaleza celeste: una especie de castillo volador creado por una civilización extinta.

   Una vez que la niña conoce a Pazu, un niño sumamente trabajador, juntos tratarán de llegar al mítico castillo, teniendo que lidiar con peligrosos agentes gubernamentales y con una banda matriarcal de piratas.

   Hayao Miyazaki nos ofrece en esta película una idea recurrente en las producciones japonesas y que puede resultar por momentos extraña en occidente: no hay bandos buenos y malos, sino simplemente grupos con intereses muy particulares que chocan fuertemente. Esto se ve detalladamente cuando los niños reciben ayuda de los piratas (quienes al principio los perseguían).

   Un aspecto interesante es la fascinación de Miyazaki por los aviones y el aire. Cuando los chicos vigilan en el mástil del avión en el que viajan, la atmósfera que ofrece el director es tranquila, misteriosa y a la vez con un toque narrativo delicioso.

   ¿Es ciencia ficción? La respuesta es sí. El castillo volador cuenta con una misteriosa tecnología (robots incluidos) que será tan avanzada que incluso será indistinguible de la magia (partes de la frase del escritor británico Arthur C. Clarke).

   El papel de la mujer juega un importante rol. La chica (Sheeta) es quien porta la piedra; la abuela tiene tanta fuerza y liderazgo que es quien dirige a los piratas. Sin embargo, el niño trabajador (Pazu) tiene tanta fuerza y energía que sus habilidades tendrán un peso importante para inclinar la balanza a su favor.

   Sobresale también que es de las escasas cintas del director en el que la parejita sí se queda junta al final.

   De la misma forma, la participación de Miyazaki en otros trabajos se transpira en esta cinta: Pazu tiene la fuerza de otra serie de este director: Conan, el niño del futuro. Los dos personajes principales nos recuerdan fuertemente a Heidi y Pedro (de la mítica serie Heidi).

   En definitiva, una cinta ochentera poderosa, atractiva e inteligente que nos ofrece un buen espectáculo y nos deja con ganas de más Studio Ghibli.




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