Hay veces en las que uno se encuentra con series que se alejan
de los clásicos clichés de subgéneros como el shonen. Y más si uno se encuentra
con un director de la talla de Satoshi Kon. Aparte de las pocas pero fabulosas
películas de este gran creador, Agente Paranoia es su única serie en la que
tuvo mayor espacio para explotar sus ideas.
La trama nos
pasea a través de distintas historias trágicas en las que sus personajes van
llegando al límite: una dibujante que se encuentra en una crisis creativa, un
niño popular al que bruscamente todo el mundo empieza a odiar, una mujer
tranquila cuyo alter ego quiere tomar el control de su cuerpo, etc.
Frente a las
graves crisis que azotan a los personajes, el “chico del bat” es alguien que repentinamente
aparece en patines y golpea en la cabeza a los personajes en los peores momentos. El golpe, a veces mortal, de alguna manera tiene como objeto
liberar a las personas de sus terribles problemas. Aunque no todos lo aceptan:
es fascinante la escena en la que una mujer, esposa de uno de los detectives
que investiga los ataques, se niega a ser liberada.
Uno de los
buenos misterios es el chico del bat. El espectador creería al inicio que se
trata de un simple justiciero, pero a la larga uno descubre que es más una
especie de fantasma creado por el estrés de las sociedades contemporáneas
altamente estresadas.
Como es común en
Satoshi Kon, la historia tiene un componente altamente dickiano: llega un
momento en que los traumas de la imaginación y la realidad se entremezclan de
tal manera que ya no es posible descubrir qué es real y qué no. Si bien este
elemento en las historias de Kon ha sido explotado con lujo de detalle en sus
películas (Perfect Blue, Millenium Actress, Paprika), en la serie se juega con
el mismo de tal forma que al final la historia resulta realmente desconcertante.
No se pierdan
las primeras tres historias de la serie. Para quienes hayan seguido la
filmografía del gran director David Lynch, muchos elementos de la trama resultarán
conocidos. También no se pierdan el opening: aparte de ser una gran pieza de
música electrónica, las escenas reflejan perfectamente la idea de la gente que
es liberada sin importar la gravedad del problema que tengan.
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